jueves, 27 de agosto de 2009

Descubriendo Cantabria

Para los que vivimos en "El secarral" cualquier brizna de hierba verde nos remueve los sentidos. Estos días mi vista, mi olfato y mi paladar se han dado un festín. No conocía Cantabria y me ha sorprendido gratamente, ha sido salir del Levante ruidoso, petao y hortera, retroceder en el tiempo para abrir bien los ojos, el estómago y las fosas nasales: dejarse llevar por el Cantábrico, oir el mugir de la vacas, el rugir del bravo mar y el olor de la hierba fresca.
Hoy día con Ryanair y su política de precios, viajar en avión está la alcance de muchos. Alicante-Santader en 50 minutos. Alquilamos un coche en el mismo aeropuerto de Santander. Estuvimos alojados tres noche en una casa-chalet junto a los acantilados de Cueto a dos kilómetros de Santander, totalmente recomendable con un trato muy agradable y familiar por parte de sus dueños, donde ver una puesta de sol en el Cantábrico no tiene precio. Santander tiene mucho que ver. Recomendable tambien el Parque de Cabárceno y ver alguna cueva, pero reservando previamente.
Despues nos deplazamos a la parte de Los Picos De Europa, entrando por Potes.
Circular con el coche por El Desfiladero de la Hermida (22 kms) además de expectacular, es comprobar lo insignificantesque somos y cómo la natulareza ha dispuesto y el hombre se ha amoldado a ella. Subir a Fuente De, coger el Teleférico y andar por los Picos de Europa y ver cómo tus hijos disfrutan y conocen algo nuevo, es un regalo para cualquier padre. Ese día, comimos en Hotel-refugio de Áliva, porque comer es otro de los deleites de esta tierra, en cualquier sitio es barato y con fundamento, te sientas y te traen una ollá pa un regimiento de lo que pidas (cocido montañés, lebaniego o una fabada que no se la salta un galgo) . Y de segundo, se expolsan un filete de ternera que se deshace con mirarlo. En fin, si estás estresao y mal nutrido vete al Norte.